sábado, noviembre 01, 2003

Las Esperanzas no hacen más que alargar la Agonía Humana...

Vaya, que temprano, casi las once y media de la mañana. Me acabo de despertar con ese extraño y a la vez familiar sabor en la boca. “¿El sabor de la victoria?”, jeje. Menos mal que no amanecí con la caña.

Quiero completar lo que dije el miércoles recién pasado (29 de Octubre)

Ese día estaba medio bajoneado pues como al otro día era jueves, se suponía que casi ni me iba a comunicar con la Sofía, y para sorpresa mía, ocurrió exactamente lo contrario. Con las palabras de ella: “Hoy fue el día que siempre habíamos querido tener pero que nunca se daba”.

Fue genial el jueves, pues estuvimos juntos por un tiempo que me pareció decente…Y, nos comportamos casi como amigos. Casi como amigos.

Realmente me pongo a pensar seriamente si debería empezar a mirar a la Nicoll con ojos de amigo, por primera vez. La veo a los ojos, y noto un gran dolor en su interior, que está esperando destaparse bruscamente. Me gustaría saber lo que le pasa, especialmente porque muchas veces está súper bien y se bajonea de una manera rápida e imprevista. No sé lo que le pasa, pero ahora necesito saberlo.

¿Te ha ocurrido que alguna vez, tienes un…amigo, le ves los ojos, y te das cuenta de que estos llevan las cicatrices de cientos de llantos, cicatrices de soledad, de falta de cariño, y no sabes el por qué?
¿Te ha pasado que has sentido un gran dolor por no poder tener el valor de preguntar qué es lo que ocurre?

No puedo preguntarle, pues aún no siento que exista la confianza desde ella hacia mí. Sin embargo me atreveré, y le preguntaré, pues quizás ella me diga y a lo mejor, sin necesidad de que yo le dé un consejo, se podría sentir un poco más desahogada. Aunque a lo mejor también se podría sentir incomoda. Sin embargo le preguntaré, pues necesito saberlo. Puede que yo llegue a ser un gran amigo.

Sofía, mi pequeña Sofía, yo te quiero mucho, demasiado, y por eso siento tu dolor como si fuera mío, es más, creo que por eso estaba mal ayer, por no saber lo que te ocurría.

Ahora pienso que tal vez, no me incumbe, no es asunto mío, o yo no tendría por qué saberlo, y en parte, es verdad. Muchas veces, los dolores son propios, y muchas veces también, nosotros mismos encontramos las respuestas a nuestras preguntas.

Y es aquí donde llego nuevamente a otra GRAN encrucijada, y esta si que es grande.
¿Seguiré siendo un “pretendiente” más de ti, o evolucionaré, sacrificaré este amor, y me convertiré en un amigo, quizás el mejor que has tenido?

Analicemos las opciones:

A) Pretendiente: lo he sido por mucho tiempo, y la mayoría del tiempo la he pasado mal, por no tenerte junto a mí, por no poder hacer que tú me mires con los ojos que yo te miro.

B) Amigo: Realmente esta es la opción que me gusta de veras. Pues si me convierto en tu amigo, tú llegarás a ser mi más grande y mejor amiga de todos los tiempos, y hasta te podrías ganar la condecoración de Silmaril. Serías la segunda…

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