jueves, agosto 07, 2008

Finalmente libres


La idea de quitarme la vida siempre me ha parecido... intrigante. No es que me quiera suicidar, sino que detrás del concepto de "matarse a uno mismo" hay algo tan antinatural, tan turbio, tan tabú que me atrae, no como un fin a realizar sino que como un objetivo de análisis. ¿Qué lleva a un joven de 15 años a quitarse la vida?, lo digo a propósito de un cabro que hoy se tiró de un piso 11 en las condes; lo digo por el guitarrista de Rekiem, una de las bandas chilenas que antes me gustaba que hace unos años en un carrete con unos amigos decidió hacer lo mismo que aquél que mencioné antes; lo digo por Kurt Cobain, uno de mis más grandes ídolos.

Layne Staley, el que solía ser el vocalista de Alice in Chains, habla en muchas de sus letras sobre su deseo de matarse, frases como "quiero saborear una pistola sucia, punzante, en mi boca, en mi lengua" o "aún no encuentro una manera de matarme (...) una bala me grita desde lo lejos" son típicas del grunge, sin embargo no se mató, no tuvo el coraje, aunque finalmente igual murió de una sobredosis de heroína recordando a Kurt muchos años después en el aniversario de su fallecimiento, quizás pensando que quien debía morir de los líderes del grunge era él y no Kurt. Me lo imagino, llorando a su amigo, solo en una pieza, inyectándose el mortal elemento por sus venas cada vez más, intentando suprimir si es que no su existencia, su conciencia con un solo pensamiento en la cabeza, con la frase "NO TUVE EL CORAJE" escrito en mayúsculas en un letrero de neón parpadeando defectuosamente.

Ambos deben estar ardiendo en el infierno supongo si es que me adhiero a la doctrina católica apostólica y romana. Ardiendo para toda la eternidad, ¿por qué?, me pregunto, ¿por qué será pecado disponer de la vida propia?, ¿por qué será incorrecto deshacernos de algo que de partida no pedimos?

Todas mis dudas sin embargo se responden solas cuando pienso en un joven de 15 años de edad que se quita la vida y es más, todas mis dudas se reducen a polvo cuando pienso en un joven de 16 años que decide armarse hasta los dientes para quitarse la vida propia en el colegio junto a la de varios compañeros más. Independientemente de las creencias religiosas o espirituales aquello es por donde se mire un pecado, quizás no tanto en el sentido de que se condena el alma de quien lleva a cabo aquél acto. Es un pecado social del cual todos somos culpables. Actos como esos nos condenan a todos pues dejan expuestos nuestra pasividad, negligencia e individualidad.

Sí, estoy generalizando, para variar, lo reconozco. Estoy intentando transmitirle mi sentimiento de culpa a los demás, ¿pero qué se puede hacer?, ¿cómo ayudar a otro a sentirse bien, a levantarle el ánimo cuando ni yo mismo sé que hacer para sentirme bien conmigo mismo?, ¿como aconsejar a alguien que no se atreve a pedir consejo cuando yo mismo necesito tantos de ellos y no me atrevo a pedirlos?

Al final estas palabras quedarán únicamente en lo que son, en lo mismo de siempre, una mera conjunción de letras que reunidas significan algo y que hiladas unas con otras transmiten una idea que queda plasmada en el punto más insignificante de internet como es un blog personal para que alguien llegue, las lea, reflexione cinco minutos y siga su vida igual que siempre. En unas cuantas horas más en otro lugar del mundo se suicidará otro joven, unos cuantos planearán una masacre escolar y mientras tanto yo estaré acurrucado en mi cama sumido en el vacío de la noche pensando para mis adentros que la vida es insignificante, sobretodo la mía pues el tiempo no se detiene y yo no soy nada más que un animal racional que se niega a pensar que nadie vive eternamente pues le temo a la muerte y pensar en ella me hace reflexionar con la idea de que todo es vago, de que nada es constante, de que en algún momento a todos nos olvidan y de que no existe nadie inmortal, ni siquiera los dioses, puesto que como diría Sandman, incluso ellos mueren, cuando la gente deja de creer en ellos.

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