jueves, marzo 18, 2010

filo, da lo mismo, no importa...


El otro día se cortó la luz en mi casa a eso de las dos de la tarde, estaba solo, sin nada que hacer. Como había luz pensé que sería un buen momento para leer un poco, así que aproveché de agarrar un libro de Derecho Penal que me tengo que leer y avancé su buen resto. Dos horas en eso. Al rato me aburrí, y eso que había leído con suerte unas treinta páginas. No sabía qué hacer para entretenerme, así que salí a jugar un rato con mis cuatro perros. Nunca pescaron el palo que les tiraba para que lo fueran a buscar, pero igual haciéndoles cariño logré matar una hora más.

Entonces me puse a buscar el diario. Me leí el cuerpo de Reportajes de El Mercurio entero. Estaba lleno a alusiones sobre el cambio de mando y el terremoto, lo típico por estos días. Pasé de largo por la columna de Carlos Peña, como siempre lo hago tras leer los primeros tres párrafos y darme cuenta que puedo predecir todo lo que viene a continuación. El diario se acabó, y la luz seguía sin llegar.

Como seguía solo, me senté en un sillón que da hacia la calle a esperar viendo hacia afuera si llegaban los tipos de chilectra a dar la luz. Empecé a tararear una melodía en mi cabeza. mientras tocaba una batería imaginaria con mis miembros. No fué hasta alrededor de una hora y media después que me dí cuenta de una peculiar verdad sobre mi persona y que requirió de toda una tarde sin luz para que yo pudiese verlo tan claramente como lo ví: estoy vacío por dentro.

Últimamente... no, últimamente no, hace ya varios meses, si es que no ya más de un año, que me muevo por el plano de la existencia de una manera despreocupada. Las cosas que me apasionan son mínimas. Más allá de algunas series de televisión que llaman mi atención o la contemplación de la música y el séptimo arte, son pocas cosas las que me hacen sentir vivo.

Recuerdo cuando antes me gustaba poder disponer de tiempo para pensar. Ansiaba que llegara la hora en que me iba a acostar para irme en voladas mentales. La noche, la oscuridad, el silencio... eran ideales para replantearme cualquier cosa que quisiera replantearme, sin nadie que me molestara, acostado en mi cama, "conversando con la almohada". Me sentía protegido de todos, más que eso, sentía un placer particular por poder dedicarme a mis ideas sin que nadie me distrajera con nada. Ahora me voy a acostar y cuando empiezo a pensar en lo que sea, mi mente se bloquea automáticamente y como si de una advertencia de seguridad se tratase, el pensamiento de "filo, ésta es la hora de descansar, el día es para pensar, ahora a dormir" surge en mi cabeza como si fuese un cartel gigante con letras de neón parpadeando.

Hay ciertas cosas que me dan lo mismo y que a veces pareciese que evito a propósito, conciente y de manera totalmente voluntaria realizando acciones positivas para ello, como evitar a la gente. Me importa una raja relacionarme con gente nueva y lo que más me perturba, es que a veces, las menos, me importa una raja relacionarme con la gente que ya conozco, como mis amigos y familiares. Esto último me hace sentir mal a veces, pero lo primero para nada. Me siento orgulloso de hecho de no tener que depender del andar rodeado de gente para sentirme seguro conmigo mismo.

Creo que lo central, es que al parecer he llegado a un punto en que me he dado cuenta que la vida no tiene ningún sentido y que todos somos productos del azar y la evolución, noción alcanzada tras ser capaz por fín de reconocerme a mí mismo como un ateo y contrario a todo lo que tenga que ver con supersticiones y significados metafísicos de las cosas, junto con aquellos planteamientos filosóficos baratos completamente ajenos a lo que la razón humana dicta. Pero no hay que engañarse, por más que al leer esto alguien pudiese llegar a pensar de que me estoy quejando de algo, la verdad es que no. El hecho de estar pensando actualmente de la manera que he expuesto recién ha sido algo completamente liberador. En serio, que alguno haga alguna vez la prueba. Saber que la existencia humana no tiene un significado trascendente, me ha hecho poder tomarme las cosas con mucha más calma, tranquilidad y sentido del humor, como decía el bus ateo, que espero poder llegar a ver en Chile algún día, "probablemente dios no exista, ahora relájate y disfruta la vida".

Así que la verdad es que filo. Da lo mismo que me sienta un poco vacío, mientras no me sienta mal o culpable por algo, no importa... ahora a dormir, que estoy cagado de sueño.


Leer más