lunes, octubre 06, 2003

Sicodelia Eterna

Se está empezando a oscurecer más tarde, hace unos 10 minutos atrás, todavía había cierta tendencia a la luz solar. Que bueno, así las mañanas serán más oscuras, como si me fuera a clases una hora antes, más encima con el cambio de hora que se efectuará pronto…

He decidido cambiar y hacer un quiebre. Me di cuenta que la Sofía debe estar conmigo, y es por eso que dejaré el silencio a un lado, al menos por un tiempo para intentar la conexión con ella.

He pensado mucho sobre la semana pasada. Pienso en que significará todo esto. Me imagino que tú te haces muchas preguntas, pero ya llegará el momento en que te contestaré todo. Espero que llegue “Algún Día” otra vez, para encontrarme con ese lado tuyo que ha sido muy dosificado.

En este instante lo que más me inquieta es la ansiedad de pedirte perdón. Debo hacerlo y lo haré, trataré de no buscar el momento indicado, pues si hago eso, puede que lo más probable sea que no te lo diga nunca. Además, tengo una promesa que cumplir. ¿Recuerdas? (por las dudas lee el miércoles 24 de Septiembre).
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Metáfora:

No quiero intentar seguir pensando, pues sé que no recordaré nada. Siento como si estuviera naciendo de nuevo. ¿Será esto el gran vacío que siempre busqué? ¿Será este el sentimiento de estar sumergido en un auto medicado agujero de dolor? Al fin y al cabo eso es lo que es. Un auto medicado hoyo de dolor.

Estoy inquieto por esta sangre. ¿De quién será? No recuerdo a Nadie. ¿Cómo es posible que no recuerde a mis seres queridos? Me pregunto qué aspecto tiene mi Padre, mi Madre, mis Amigos.

Es como si me hubieran formateado el cerebro. Tengo la mente en blanco sin Meditar. Un momento…creo…creo recordar algo, que difícil es materializar una sensación. Es una persona ¿Quién es? Pero sobretodos las cosas, ¿Por qué es lo único que recuerdo en un instante como este? ¿Acaso no existirán cosas más importantes para mí como saber, por ejemplo, que hago tirado aquí?


Bien, la imagen cada vez es más clara, ya está adquiriendo forma. Es una mujer, siento que es una mujer, demonios, al pensar en la posibilidad de que sea una mujer, empiezo a recordar más cosas, la imagen se vuelve más nítida. Es una mujer de mi pasado, aunque cabría la posibilidad de que pudiera ser alguien de mi futuro.

Está de espaldas, lleva puesto un chaleco…o un polerón, da lo mismo. Es morado, o burdeo, aunque ¿realmente importa si al fin y al cabo los colores, los olores y los sabores no son más que sensaciones y en contadas ocasiones, sentimientos?

Noto que lleva pantalón…pareciera ser plomo, ajustado, pero no tanto. Su pelo le llega hasta un poco más allá de los hombros. Lo lleva suelto, y una brisa hace que estos se desparramen en el espacio. El color es…negro, si negro. No, rojo, o negro, rojo fulminante, fuego, cenizas, vacío, llamas, es negro, no, rojo fulminante, es más hermoso. Un rojo sublime y con carácter.

Vaya, me siento bien al recordar a esta mujer. De nuevo me pregunto quién será, pues siento que no puedo pensar en nada más. Noto que está dejando de ser un recuerdo, ahora ya no está en mis recuerdos, sino que en mi corazón y este la va moldeando cada vez más a su manera. Demonios, siento que el recuerdo original se está difumando y me gusta, pues se convierte en algo más bello.

De pronto abro los ojos y noto que Ella está frente a mí, que extraño, está frente a mí de espaldas, mojándose por la lluvia… ¿ha cobrado vida? No me preguntaré como es posible esto, pues a estas alturas, ya nada me parece imposible…
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Tengo ganas de proponerle algo a la Prof. Priscilla (disculpen si lo escribí mal). Me gustaría decirle que hagamos una clase en que llevemos música, nos sentemos en círculo, en silencio y escribiéramos algo, algo que nos interese. Un cuento, una carta destinada a alguien y que luego la leyéremos al curso. Me parece una idea genial, ganadora. Mañana le propondré eso a la profe. Me siento inspiradísimo para escribir. Simplemente inspiradísimo.

Creo que al decir “La Sofía se debe convertir en mi Musa inspiradora”, una luz de ideas y torbellinos de profundidad me invadieron.

Mi cuaderno se ha convertido en mi mejor amigo, mi lápiz, en mi mejor confidente.

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