martes, octubre 07, 2003

Creo que es la luz

Acabo de releer este examen de vida, y me sirvió para recordar varias cosas, y principalmente, identificar los errores que me llevan dentro de ese famoso hoyo auto medicado de dolor.

Me reí mucho en esa parte que en hablaba sobre el libro, la película y los discos que podrían salir basados en este documento. Jaja, que gracioso. Me pregunto como se me ocurrió escribir eso.

Anoche me sucedió algo extraño. Ocurre que eran como las una y media de la mañana y me encontraba pensando en cómo podía romper el silencio que había producido con la Sofía, pero de pronto me acordé de una persona de la cual he hablado pestes aquí. La Débora.

Me acordé de todas las veces que yo le había prometido escribir una carta, y de esa vez que incluso empecé a hacerlo, pero la dejé abandonada a mitad de camino.

En ese mismo instante, dejé de pensar, me levanté de mi cama, bajé al primer piso, y saqué mi cuaderno y mi lápiz, esos objetos con los cuales he creado textos maravillosos. Le escribí una carta. Disculpándome por haberla dejada tirada justo cuando más me necesitaba. Me siento mal, pues en ese momento en que yo me encontraba en el agujero, solamente sentía un rencor tonto y absurdo por las personas que quería.

Débora, si estás leyendo esto, te pido por favor que me perdones. Por favor, sé que te sientes mal, por tratarte como una basura, pero estaba desesperado, ciego y enamorado de alguien, pero de la forma en que no se debe hacerlo, de la manera en que no se debe sentir. Te pido disculpas.

Hoy al llegar a clases, la Sofía no se encontraba en el colegio, y a la hora de almuerzo, me senté en la Escalera que está justo al frente de la entrada del colegio a escribir en el famoso cuaderno.

Sólo quería que llegaras, para poder hablar contigo, para poder cruzar muchas palabras y sacarte de tu boca ese sabor amargo que te había dejado el lunes. Bueno, el hecho es que llegaste, y me sentí bien. Y sé que fue difícil para mí, sin embargo, conversamos durante química en el parque, sin que nadie nos interrumpiera y luego lo hicimos en matemáticas. Me alegro. Espero que eso nos brinde esperanzas. Te quiero niña mía, pero quiero que me ayudes también a no caerme en ese hoyo del cual tanto temo, y para eso, necesito que cada vez que me veas titubear en el borde, me brindes tu mano para no caerme.

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