miércoles, junio 30, 2004

Where is my Mind?

En mi cruzada por ayudar a la preservación del Rinoceronte en las Selvas Camboyanas, publicaré aquí un artículo que escribí hace un tiempo y que divulgué en una revista que hay en mi colegio...por supuesto, a las autoridades no les gustó para nada, pero la inmortalidad tiene un precio y aunque deba matar pagaré por ella (incluso si el muerto deba ser yo)


Furia Cliché.


Y los adoquines se convierten en una brisa fugaz. Policías, están en todas partes estos días, pero ¿hay algún policía cerca cuando necesitas uno? No. No se puede caminar por la calle tranquilamente con hombres pidiéndote tu identificación, o sea, hombres de verde preguntándote quién eres…soy Felipe Miranda hombre, no necesito mostrarte mi identificación…y están esos lanzas, esos yanquis drogadictos a una cuadra de tu casa…anda a dormir pendejo y espera a que se te seque el ombligo.

Es esta ciudad, esta maldita ciudad con sus congestiones, con sus 5 violaciones por día, es este ambiente, es esta contaminación, es ese maldito Lavín, ese maldito Lagos. Son esas malditas viejas añejas de los detenidos desaparecidos “¿Dónde están?, ¿Dónde están?”, esos malditos momios azules y su fervor por odiar a los comunistas. Es esa maldita manada de mocosos opinantes, vinagres, sin ninguna idea nueva.

Ya no puedes salir a la calle porque de la nada aparecen siete marginales hijos de la cocaína a robarte el celular, a golpearte, a violar a tu novia. Imbéciles, no tienen futuro, llévense todo lo mío, llevense todas mis pertenencias, mi reloj, mi collar de oro, mi billetera, no me importan, son simplemente productos hijos de un consumismo que día a día nos bombardea con propaganda, con reclames en la televisión, metiendonos su sexo por los ojos, violándonos sicológicamente, haciéndonos creer que si compramos cierto desodorante, si compramos cierto auto, cierta ropa interior con el nombre de un desconocido bordado en la parte de arriba atraeremos a todas esas huecas modelos de plástico de Silicon Valley.

Es este maldito sistema educacional, maldito ministerio de educación con sus jodidos métodos de enseñanza. 12 años de tu vida vistiéndote como a alguien quizás más ignorante que tú le da la gana. 12 años pasando siete, ocho o nueve horas al día encerrado en una habitación con compañeros a los que a veces sólo te dan ganas de vomitarles su propia porquería en la cara. Malditos montones de ideas condensadas, aprende a leer tarado autómata, aprende a escribir. Aburrimiento se escribe con B, no con V.

Es esta maldita religión, ese maldito Dios. Maldito Jesús, arquetipo de la perfección humana. Son esos curas, esos padres Hasbúnes y sus ideas fascistas, censuradoras, conservadoras, haciéndonos actuar de la manera en que les conviene, haciéndonos pensar de la manera que les conviene, haciéndonos sentir a su manera. Mis sentimientos, ¿Dónde están?, ¿Dónde están?

Son esos asquerosos micreros asesinos, de sangre y corazón frío. Soy escolar hombre, te pago 100 pesos y si no te gusta devuélvemelos, me bajo y me subo a otra ignorante troglodita, con suerte llegaste a octavo básico, con suerte tu sueño es estar sentado un fin de semana viendo la televisión en calzoncillos con una cerveza barata en la mano.

Que se jodan los canales de televisión y sus guerras por el ráting. Que se jodan los Pincheira y esa basura hippie que invade mi televisor, denme a Kubrick, denme a Coppola, denme a Fincher.


Que se joda la radio carolina, la FM hit, los chancho en piedra, la rock & pop, esos grupitos punkies que le hacen odas a la masturbación. Aprende a rimar, aprende a sentir y luego invade mis oídos. ¿Te crees músico?, maldito, me importa un bledo si tal canción es famosa, quiero sentimientos, quiero pasión, quiero sentir la dulzura de una melodía acariciando mis tímpanos.

Maldito George Bush, Blair, Hussein, Bin Laden, Kim Jong II. Es ese estúpido arsenal nuclear que amenaza mi vida. Santiago pasando a toda velocidad, ahora por pavimento.
“Quiero poner una bala entre los ojos a todos los osos pandas que se niegan a fornicar para preservar la especie…quiero inundar de petroleo las playas francesas que nunca veré…quiero respirar humo”…palabras de un conocido saliendo de mis dedos.

Piérdete hollywood con tu idea de un amor para toda la vida, no creas que ese cuento de un Fade out final en que los dos protagonistas se besan y se abrazan al ritmo de una dulce melodía va a ser parte de mis creencias. Viva la realidad, que vivan las camboyanas, mujeres realistas que saben que con suerte en una noche de fiesta terminarán teniendo sexo con alguien mas atractivo que su vecino.

Son los adoquines, esos húmedos y viejos adoquines del cemento. Haciéndome recordar esos años veinte, en que aún era posible respirar tranquilo, en que las ideologías sí tenían sentido, en donde el país aún era joven, lleno de esperanzas, en que existía una juventud que emanaba originalidad…ahora todos convertidos en unos viejos vinagres que abusan de los impuestos que recauda el estado.

Soy yo, si, soy yo, ese es el problema, yo, un soñador, un romántico inconformista. Soy joven aún, tengo simplemente 17 años, joven, aún tengo huesos fuertes, aún mi mente está clara, como la de muchos otros de mi edad que están despertando a la vida. Tengo tiempo, pero ya pasaron los tiempos en que las horas aún se podían matar, esta es mi vida, y se está acabando minuto a minuto. Trascender, tocar la gloria, para lograr la satisfacción, de nadie, solamente de mí, trascender. Esta es la hora en que nuestras esperanzas nos fallan, esta es la hora, la única hora en que ocurrirá eso, y la aprovecharé al máximo, sacaré total provecho de ella, de esta desilusión de mi vida, pues no lo haré nunca más, pues la próxima vez en que toque un teclado, ya no seré yo, será Felipe Miranda, el iluminado.

Pero recuerden estos pequeños y pequeñas, somos jóvenes, somos el pulso del futuro, ¿entienden?, ahora, en que sabes todo esto, tienes que tomar la siguiente decisión…botarás este trozo de papel y dirás “que pesimista” y seguirás con tu vida tranquilamente como lo has hecho estos días, meses, años…o volverás a leer todo desde el principio, leyendo entre las líneas para darte cuenta de que este es tu mundo, pero tú, y nadie más tú, tiene la posibilidad de convertirlo en otro, en el mundo de tus sueños.

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