miércoles, mayo 12, 2004

Let's have a war

Estos días son de duelo, son días de guerra en el mundo…cada segundo, cada bocanada de oxígeno que respiro significa una muerte de alguien al otro lado del mundo que nunca conocí. La reciente decapitación de un civil norteamericano en Irak (más que reciente, ocurrió ayer), me hizo pensar muchas cosas… ¿a donde nos dirigimos? Siento miedo por los gobiernos que cada día hierven las venas de sus ciudadanos peleando en algún estúpido combate, pero asco es lo que siento de gobernantes como Bush, Blair, Hussein…


La guerra en Irak es absurda…es algo que nadie se cansa de decir…pero lamentablemente son muchas las voces que se alzan en contra, y poquísimos los oídos que prestan atención.

Primero eran los misiles…”OK, no hay misiles….pero no importa, debemos liberar a Irak de este régimen autoritario y traer la democracia, el orgullo de occidente…un momento, derrocamos a saddam…pero no nos vayamos…debemos reconstruir Irak…reconstruir un país”…que quedó en ruinas por culpa nuestra, violemos a las mujeres, bombardeemos cualquier Hospital…no es suficiente, aún necesitamos más rating para los noticiarios…torturemos a unos cuantos prisioneros de guerra, total no firmamos el tratado de Ginebra, eso sí que será publicidad. ¿ALGUIEN ES ESTE PANTANOSO MUNDO ME PUEDE DAR UN ARGUMENTO PARA SEGUIR LA GUERRA EN MEDIO ORIENTE? Sólo necesito un motivo…..una mísera razón para iniciar una guerra.

Una pequeña reflexión.

Bueno, es sabido que aún soy una persona que no cree mucho en el destino, que aún no está convencido…pero he aquí una historia real, tan real que da miedo y que la encontré ayer mientras divagaba en mis recuerdos, una historia que es un punto muy a favor de los que sí creen en esta cosa rara…hay algunas cosas modificadas, pues después de tanto tiempo, los recuerdos se llenan de polvo.

Recuerdo la historia de un carabinero, era esforzado, apenas un cabo primero, humilde, que un día como cualquier otro se levantó a trabajar, y a las horas siguientes se vio a si mismo envuelto en un tiroteo. Era una persona llena de vida, trabajador, que luchaba por mantener a su familia día a día sirviendo a la comunidad. Hasta que de pronto, una bala golpeó su pecho a la altura de su corazón, y este, aturdido y sorprendido a la vez, cayó de bruces…

Era una muerte segura, en el piso trató de ver en qué lugar le habían herido, pues sentía un dolor infinito en su pecho, pero no veía sangre por ningún lado…en vez de sangre…había tinta azul. Tinta china. Su asombro fue aún mayor cuando vio que, con el paso de los segundos, seguía vivo, y el dolor empezaba a disminuir, y llevó su mano al bolsillo de su camisa, y sin poder creerlo, vio el lápiz que le había regalado su hijo el día anterior, completamente destruido, deformado por el golpe de la bala. Fue eso, un lápiz, lo que se interpuso entre la bala y su corazón.

Fue noticia nacional, todos daban gracias al cielo, gracias a Dios, era una historia mágica, era una historia de esperanza para la mayoría de la gente…pero la historia no terminó ahí, pues cuando la muerte llama, y el cuerpo ignora el llamado, ésta se enoja, y al segundo llamado no perdona.

Fueron meses después, en que todo el país se enteró de que este mismo hombre, en otro simple día de trabajo, murió al chocar su camioneta con un árbol, el cuál le trajo la muerte.
Cambié muchas cosas, pero fue verdad….de la magia, a lo espeluznante.

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