viernes, mayo 14, 2004

Hablándole al viento.

Creo que la respuesta es que yo no vine a este mundo a conquistar, sino que a ser conquistado…parece loco, pero es prácticamente cierto. Hoy la Rebeca me dijo que la segunda vez que me enamoré de ella, ella sentía lo mismo por mí. Es un mundo loco e irónico. Tantas lágrimas derramadas de manera absurda.


Pero saliendo del plano amoroso, es algo que puedo comprobar en otros casos, por ejemplo en el ámbito social.

Me he dado cuenta que generalmente son las personas las que se tienen que acercar a mi para que yo converse o establezca una “unión social”, pues yo nunca me acerco. Es algo parecido a lo que me sucede cada vez que llego a un lugar nuevo con gente nueva. No siento vergüenza de mí ni me siento inseguro, al menos, no tan inseguro como para ser calificado como algo anormal. A lo que voy es que si alguien no me conversa, o no me comenta algo, yo no converso o comento sobre eso, y no es por flojera, sino que simplemente porque no me nace, porque así soy yo.

Esto me ocurrió cuando entré a clases en mi colegio (Colegio Internacional Alba), o cuando traté de cambiarme de colegio, o cuando llegué este año al preuniversitario. Es más claro en los recreos, ocasiones en que son poquísimas las veces que me acerco a alguien para salir a dar una vuelta al parque, o para ir a la biblioteca a conversar. Generalmente no lo hago, a excepción de personas como la Rebeca, el Israel o la Thayse, que son amigos míos.

Por eso es que digo que debería simplemente dejar que las cosas fluyan alrededor mío, sin intervenirlas, y ver qué resulta, y dejar de intentar cambiar cosas que son irreversibles. Creo que me voy a dejar conquistar por alguna compañera de segundo, o de tercero medio…hasta podría dejarme conquistar por alguna de mi curso, o por alguna de esas desconocidas mujeres del preuniversitario que me miran de manera tan “Sensual”, por decirlo de algún modo.

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