miércoles, febrero 15, 2006

Soy la vida desperdiciada de Jack




Título Original: Fight Club
Título en Español: El Club de la Pelea (Latinoamérica); El Club de Lucha (España)
Director: David Fincher
Reparto: Brad Pitt; Edward Norton; Helena Bonham Carter; Meat Loaf
Año: 1999
Nacionalidad: USA

Películas de Culto hay pocas. Películas de Culto nacidas en el Mainstream Hollywoodense... Bueno, nada es imposible.

Estamos frente a un bicho raro del séptimo arte. Un guión elaborado, un humor negro irreverente, violencia innecesaria, efectos de primera (para la época), un presupuesto elevado, actores taquilleros y una escala moral completamente atípica. ¿El resultado?, un fracaso total de taquilla y críticas asesinas.

Una película que transpira testosterona por todos sus poros. Una película imperfecta en muchos sentidos pero que aún así es capaz de crear un fanatismo casi religioso. ¿Cuál es la gracia entonces del Club de la Pelea?, ¿Por qué nos encanta tanto?... Quizás porque despierta en nosotros ese bichito revolucionario de una manera increíble y muy efectista.

Fight Club es una cinta con millones de detalles y probablemente eso es lo que cataloga a una película con el sello de "Culto". Y es que no importa cuántas veces la veas, siempre vas a encontrar un elemento nuevo, algo en lo que no te habías fijado, algo que te sorprende y quizás, algo que cambie el significado que tenías de ésta.

La historia nos muestra la vida del "Narrador" (protagonista sin nombre), un sujeto que vive la vida de manera "normal" a ojos de la sociedad. Es un Hombre que lo tiene todo. Departamento, un gran televisor, un equipo musical de primera, sillones de fino cuero e incluso una peculiar mesita con forma de ying-yang. Su rutina consiste en asistir a diario a su oficina a trabajar en su cubículo de 3x3 para ganar dinero y así comprar todo lo que le falte para "completarse como hombre".

Una mierda.

El Narrador es un hombre hastiado del consumismo que lo rodea y lo consume. Con insomnio crónico y un espíritu vacío. Cansado de copiar el modelo que le imponen porque en la televisión los que siguen ese modelo se ven felices. Un hombre que lo tiene todo, pero que en realidad no tiene nada. Una carcasa vacía con forma humana.

Hasta que conoce a Tyler Durden. Su Antitésis perfecta, su ideal polo opuesto, pero en escencia, un Hombre Libre. Juntos comienzan de a poco un club en donde personas igual de cansados de la hipocrecía y del falso ideal del sueño americano se reúnen a sacar sus frustraciones de la manera más primitiva. A golpe limpio.

Es así como David Fincher (Director) empieza a relatar una de las historias más atrevidas, alucinantes y delirantes que han pasado por las pantallas de un cine normal. Una historia donde sujetos normales intentan a través de la autodestrucción liberarse de las ataduras de un sistema que los reprime, sólo para darse cuenta que ese tampoco es el camino para alcanzar la felicidad, sino que todo lo contrario. A fin de cuentas, no son los puños los que descargan nuestras frustraciones de manera más efectiva, sino que son los errores que aceptamos y los defectos que encaramos los que nos permiten sacar todo lo negativo que hay en nosotros.

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