lunes, octubre 06, 2008

El Horror

He visto fotos de mis amigos cuando eran niños. Me he visto en fotos cuando era niño. Eran fotos viejas, casi desteñidas. Los peinados me parecen ridículos pero en el fondo encierran cierto encanto. Las caras de aquellos a los que hoy respeto se veían rebosadas de juventud. Las caras de mis amigos y la mía propia se veían rebosadas de inocencia, de alegría, de ignorancia.

Mierda, ahora me miro en un espejo y veo todo lo contrario. Veo el pecado, veo culpabilidad, veo la amargura y veo una conciencia. Veo cicatrices de heridas provocadas por mí mismo, veo el paso del tiempo moldeando mis facciones. ¿Dónde quedó aquella mirada perdida en el horizonte tan sonriente y feliz sin causa alguna necesaria?

Deseo volver en el tiempo a jugar con tierra. Deseo tener ocho años otra vez, volver embarrado a la casa y que mi papá me rete. Deseo que el viejo me haga llorar asustándome, jugando conmigo, que me tome de las piernas y me dé vuelta amenazándome con soltarme en el aire, deseo volver a sentir ese pánico, deseo querer soltar un grito de angustia y no poder, sostenerlo, aguantarlo, creer que ya no puedo más y de repente liberarlo destruyendo mis tímpanos. Deseo correr a las faldas de mi vieja para que me consuele y me acaricie. Despertarme en las mañanas y saltar en sus brazos, que me vista para ir al colegio, que intente peinarme, sacarme los mocos, que me sirva la leche y que esta tenga nata, que me dé asco y sacarla con la cuchara. Quiero volver a sentir el olor a la pasta de zapatos negra, al gel que me dejaba el pelo como si me hubiera langüetiado una vaca.

Quiero volver a ver a aquellos amigos a los que odiaba pero que en el fondo los quería igual porque eran mis amigos. El furgón escolar que me llevaba a clases, la niña que me gustaba y que todas las mañanas la pasábamos a buscar a su casa y a quien yo la ignoraba y creía que la iba a enamorar con una mirada. Quiero estar en el patio del colegio jugando tazos, gastarme toda la mesada de la semana en un sólo día comprando papas fritas evercrisp azules para tener más tazos y llorar cuando algún matón me los quitaba.

Recuerdo mi primer volantín... y recuerdo al weón que me cortó el hilo de pura envidia.

Me pica la nariz al acordarme de eso y mientras me rasco veo la cicatriz que me dejé en mi mano izquierda el viernes cuando agarré un encendedor, lo prendí y me quemé un nudillo. Soy capaz de recordarlo todo, mi piel quebrándose cuando le pasaba una yema de los dedos por encima y la cola de cigarrillo mientras se dirigía lentamente a extinguir su fuego en mi piel, en mi nudillo, que ya no era de un rosado pálido, sino que de un rojo intenso. Recuerdo el humo... recuerdo el olor... recuerdo el dolor... recuerdo que me gustó...

"Y yo solía ser un tipo tan bueno".

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